HUIDA DEL CARNAVAL

Noche vieja, las fiestas de León y Carnaval, son las tres huidas del año que relucen más que el Sol, son… las vacaciones fijas, el respiro del trimestre, la fuga soñada… Y como es costumbre -para aprovechar al máximo- salimos a renglón seguido de finalizar los colegios y las jornadas laborables. 

En esta ocasión no era preciso reservar habitaciones asi que los mayores (y ya autónomos) habían dejado “hasta el final” la decisión de venir, y razón definitiva para dejar el equipaje familiar  pendiente de hacer para el último minuto…. minuto que prácticamente no existe como pudimos comprobar en la cantidad de cosas que faltaron en la  maleta o en las tallas de los bañadores que llevamos que no coincidían con las tallas de los que íbamos. A pocos kilómetros de salir me percaté de que se me habían  olvidado las toallas y un libro que quería leer...  (iríamos descubriendo otros olvidos!). Con los años los descuidos son mas numerosos y peores, pero todo se “desdramatiza” y sabiendo que nada es irreparable, pocas cosas me asustan… nunca pasa  nada, ya ni siquiera son causa de conflicto, más aún, tienen su gracia, su pequeño desafío, con lo que casi … hasta nos descuidamos a propósito. Bueno, el caso es que -en el último momento- sólo los cinco pequeños se subieron al coche (… bastó un solo coche par la ocasión). 

 Entramos en Portugal y Luis me pidió que buscara en el navegador Esposende, pero el navegador no tenía los mapas de Portugal. Tampoco había un plano de carreteras en el coche!. A la poca previsión se unio cierto toque de mala suerte y nos perdimos. Luis me preguntaba si Esponsende estaba arriba o abajo de Braga... de Oporto?... de Lisboa?. 

¿Traerías el DNI?... pus no estoy muy segura… ¿..y la cabeza?.... ¿...donde tendré la cabeza Dios mío?..... le preguntaremos a Luisin que es quien nos la hace perder a todos.... no, ese ha sido Miguel, porque Pablo no estaba en León cuando salimos.

 Solo hicimos 80 kilómetros de más  por puertecillos de montaña, pero, por fin, con varias  horas de retraso llegamos a nuestro destino. La ventaja es que en Portugal es una hora menos y, después de cenar, nuestro estado de ánimo cambió por completo.

El sol nos acompañó los tres días y disfrutamos de las olas (agarrando con fuerza el bañador), nos secamos al aire y recorrimos cabos y acantilados,  jugamos, reimos … 

Visitamos los santuarios de Bom Jesus y Sameiro lugar donde 200 años antes de las apariciones de Lourdes ya se veneraba la Inmaculada Concepción de Maria (“toda pulcra” rezaba una inscripción de más de 300 años).

 Volvimos renovados y… morenos,  además cargamos con muy poco equipaje. Hay que repetirlo