Mi Santa

Hoy -dia 15- hace 14 años nació Miguel, celebramos su cumple y el santo de Teresa; ella siempre se queja de que su fiesta queda eclipsada por el cumpleaños de Miguel y a él tampoco le hace mucha gracia la coincidencia, pero para nosotros hoy es una fiesta grande.
Reconozco que no soy muy santera; mi padre, de formación ilustrada, rechazaba tanto los cantantes y actores de moda como los santos porque todos ellos se situaban en la esfera del sentimiento. Mi aproximación a la fe se realiza, por tanto, a través de la razón, con sus ventajas y sus inconvenientes, pero Santa Teresa de Avila me fascinó desde el primer momento en que me acerqué a su vida; la sentía tan próxima a mí. De carácter castellano y fuerte, pronto intimamos.
Pues bien, estaba leyendo la vida de Santa Teresa cuando en el 5º mes de embarazo del que sería el séptimo hijo tuve un desprendimiento de placenta del 70%; no sabía si era niño o niña aquella criatura que estaba en peligro y pedí a Santa Teresa que me ayudara. Solo estuve una semana de reposo absoluto, ni la vida familiar ni el trabajo profesional me permitían más, aunque incluso mi forma de moverme cambió y la vida comenzó a transcurrir para mí en cámara lenta hasta que un mes antes de lo previsto, y precisamente en día de Santa Teresa, nació Miguel; la santa quería dejar bien claro que aquel nacimiento se debía a ella. Había prometido llamarle Teresa, pero al verle, tan luchador desde antes de nacer y con evidentes signos masculinos, decidimos llamarle Miguel. Al año y medio nació una niña, su nombre no podía ser otro que Teresa; la bautizamos en Ávila, en la misma pila que Santa Teresa, y, de momento, se le pegó el genio de la Santa, la santidad ya veremos.

María Jesús