lunes, 28 de marzo de 2016

PENSAR POR LIBRE


Mi padre me ha pedido que escriba algo acerca de los animales y su dignidad. Pero me da a mi en la nariz que a el le importa bastante poco el asunto en si, si no más bien expresar el mensaje oculto, porque me temo que ha caído en la trampa de quienes se la tendían. Pero no es muy preocupante, porque la trampa no surtirá efecto.

Está acostumbrado, como lo estamos todos en casa, a leer a ese tipo de escritores como Chesterton, a los qué solo se les entiende cuando de antemano ya se sabe lo que quieren decir. A esa clase de personas que no intentan crear nada nuevo aunque tengan suficientes capacidades para ello. Al contrario; han encontrado una verdad que se extiende a lo largo de un tiempo sin límite y cogen el relevo de su revelación. Es un conocimiento heredado entre suspiros, incluso antes de haber nacido. Trasmitido de generación en generación a través de los intersticios de la debilidades humanas. Una verdad terrible. Un sufrimiento hermoso. Una verdad contada una y otra y otra vez que por su infinitud siempre se nos antoja nueva.
Es por eso que los más novedosos ataques hacia la dignidad humana son solo una ligera molestia para él: ni siquiera los entiende.
Cuando se habla de dignidad hay que hablar también de la ética. Y si bien se puede decir sin mucho cuidado que la ética es el estudio de las acciones humanas en cuando su valor moral (bueno o malo), no me arriesgaré a decir nada acerca la dignidad. La dignidad es un constructo, y diga lo que diga me lo podrán echar por tierra; asi que me limitaré a poner un ejemplo que he comprobado en varios idiomas.
Cuando he preguntado a algunas personas „qué es para ti la dignidad“ (o „Was ist die Würde für dich?“ hablando con alemanes), a pesar de las diferencias culturales, muchas personas describen automáticamente la imagen de una anciana con dificultad y dolores para andar, que tras una vida de lucha aún sonríe a los más jóvenes, en un intento sucinto de alargar su inocencia. La dignidad es una de esas maravillas que nos superan hasta tal punto que nadie puede la describir pero que cualquiera puede señalar. Una de las maneras de hacer libres a los seres humanos fue regalarnos cosas tan asombrosas y hacernos a nosotros tan limitados que pudiésemos rechazarlas con el pretexto de que las veamos imposibles.
Bien; volvamos a la anciana sonriente: Esta mujer sonríe por alguna razón. A pesar de la vida, que al parecer nunca ha sido fácil para nadie, y a pesar de los errores, de los que tampoco nadie está exento, esta mujer sonríe. Este punto es del todo importante, porque hasta me arriesgaría a decir que si esta mujer no hubiera pasado por esas dificultades ni hubiese cometido esos errores, la anciana no podría sonreír de esta manera. El motivo subyacente es tan simple como que no se puede tener fe (en lo que sea) sin tener al mismo tiempo dudas, ya que es necesario hacerse las preguntas para encontrar las respuestas. Y es por esa razón que muchas veces sucede que cuanto más profundas las dudas, más arraigada la fe. Y es exactamente así como funciona también el aprender a aceptarse a uno mismo: para a aceptarse primero hay que empezar por el punto en el que no te aceptas, ya que si no el proceso de aprender a „aceptarse“ no tendría punto de partida, y para eso primero hay que haberse conocido. Haberse conocido de verdad, en la desnudez del corazón y en la fragilidad del alma. Ese momento en que te haces consciente de las repercusiones de tus actos, e incluso puedes llegar a despreciarte por la persona que eres o aquello que hiciste.

El lado opuesto a esto es que una vez que sabes que tus actos tienen consecuencias y sabiendo que eres libre para actuar, decides darle un rumbo u otro a tu vida, de tal manera que incluso aunque todo el mundo se derrumbe a tu alrededor tu sabes porqué hiciste lo que hiciste, y más allá de tus caídas, no será el mundo a tu alrededor, si no tu conciencia y el recuerdo de tu pasado lo que te consuele o lo que te atormente.
Por eso esta mujer sonríe, porque decidió libre y conscientemente y a día de hoy la libertad es la base de su día a día.
La niña sufrió. La mujer luchó. La anciana se perdonó. Esto es algo que no podría decirse de ningun animal.

No hablo de animales intencionadamente ni de su dignidad, porque no hay absolutamente nada que decir. Una de las definiciones de dignidad es „respeto debido“, y en concreto la dignidad humana es el respeto debido al ser humano por su capacidad de razonar (y de decidir sobre sus actos, conociendo sus consecuencias). 
Entendiendo la dignidad así, es absurdo intentar negarla a través de la razón, pues sería intentar negar la razón razonando, lo que es, desde un punto de vista completamente racional, ilógico, y desde un punto de vista algo más personal, gilipollesco.

Hablar de la dignidad animal es entonces absurdo, ya que estos no tienen semejante capacidad, lo que por otra parte no implica que hacer daño a un animal no sea indigno. Hacer daño a un animal por placer conculca la dignidad; pero no de la dignidad animal, si no de la humana, al ser el ser humano consciente como es del daño que hace.   FRANCISCO ROA PRIETO  (...se ha hecho mayor)

3 comentarios:

  1. Hacer daño a un animal por placer es indigno.
    Pero la dignidad humana radica en ser humanos, sin más. Ha veces las personas por enfermedad o edad han perdido su capacidad para razonar o aun no la han alcanzado, eso no los hacen indignos o incluso actuar de forma vergonzante note despoja completamente de tu dignidad, motivo por el que yo estoy en contra de la pena de muerte, por que incluso habiendo sopesado los crímenes mas horribles midiendo las consecuencias de tus actos ( terrorismo como ejemplo).
    La dignidad humana radica en ser humanos.

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    1. Hola Mori, gracias por tu aclaración. Acostumbro a hablar en general y eso lo hace a veces ambiguo.

      Ya dije que no estoy intentando definir nada (esa "definición" ni es mia ni está completa). La idea es mostrar lo absurdo de hablar de la dignidad animal.

      Aunque si que es verdad que se puede malinterpretar... Decir que el ser humano es digno por su razón no es lo mismo que decir que si una persona no razona no es digno, o que no lo sea por como razona. Si fuese así, toda persona dejaría de ser digna mientras duerme, pues no está razonando, y tendría que estar en todo momento razonando para no perder su dignidad.

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