El simple enamoramiento no es base para un matrimonio. No se puede reducir el amor conyugal a un fenómeno afectivo por muy hermoso que éste sea. Pero de ahí hasta atar el último de los cabos hay un largo trecho.
Me imagino el pánico que habría experimentado si días antes de mi boda me enfrentan a cada uno de los acontecimientos duros que hemos vivido estos treinta años y me exigen "mojarme" en cuestiones que aún no se han planteado.
Sinceramente creo que saldría corriendo o, en el mejor de los casos, iría al matrimonio como cordero llevado al matadero.
No es eso. Por muy maduros que nos creamos, por muy bien que queramos hacer las cosas, no hay que adelantar acontecimientos que probablemente nunca lleguen o serán muy distintos a como los imaginamos.
La historia del matrimonio es una cobiografía que hay que ir escribiendo poco a poco. Y que Dios ayuda.
Se trata de poner las bases no de rubricar un libro.
Gracias a Dios, se crece en madurez y eso ayuda. ¿O no?
ResponderEliminarPreciosa fotografía.
Un abrazo
Qué bien dices, niña... me encanta la foto
ResponderEliminarComo siempre, dando en la tecla.
ResponderEliminarBesos.
yo siempre digo que hay que casarse amando al otro, pero no enemorada, entiendo por enamoramiento ese estado de imbecilidad transitorio del que hablaba Ortega y Gasset, no, eso tiene que ocurrir, disfrutarlo, asumirlo y pasarlo, tienes que tener claro que la persona con la que vas a compartir tu vida tiene fallos, igual que tú, y tienes que tener la conciencia de que te tocará aguantar y que te aguanten y de que la vida te puede dar muchos palos.
ResponderEliminarBesos
Lou
Uf, si el día que decidí casarme hubiese sabido todo lo que tenía que aguantar a mi suegra y demás creo que al menos hubiese tenido una seria conversación con mi marido. Claro que el matrimonio, como el resto de la vida, es en vivo y en directo...y si pudiéramos echar un vistazo a cada siguiente capítulo de nuestra vida creo que nada lo haríamos igual. Me encanta vuestro blog. Un saludo. Luisa.
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