domingo, 11 de diciembre de 2011

la casa viviente

El viernes recibí la visita de una vecina recién estrenada.

Quería informarse de cómo habíamos solucionado los crujidos que la tarima hace al pisar. Recorrimos la casa y después de media hora de amable conversación me di cuenta de que esos benditos crujidos nunca habían sido un problema para nosotros.

Ellos han sido parte de los ruidos de infancia, adolescencia y juventud de sus moradores. Acusaron gateos, carrerillas, juegos, pasos firmes...

Los crujidos de la tarima de mi casa me han advertido de escapadas nocturnas, de visitas al ordenador y me han tranquilizado al anunciarme que los trasnochadores han regresado.

Pero sobre todo es el sonido de mi casa, música celestial. Por la intensidad del crujido, por el tipo.. se quien ha llegado, quien se marcha, si tiene prisa … es el lenguaje con el que habla la casa… mi caaasa.

Hasta este viernes pasado no me había dado cuenta hasta que punto mi casa estaba viva.

¡GRACIAS VECINA!

5 comentarios:

  1. Quiero ir a León!!!!!!!!!!!!
    Quiero ir al 5ºB!!!!!!!!!!!!
    A los Blanco no nos importa que el suelo cruja, nos gusta!!!!!!

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  2. Casualmente el otro día recordaba cuando, sigilosamente, entraba a mi casa de madrugada. Si crujía la tarima, se encendía una luz bajo la puerta o escuchaba toser o una cama. Entonces le comenté:
    -¡Cuanto le quiero a mi madre!

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  3. ¿Por qué será que a los habitantes de las casa poco habitadas les molesta todo?
    ¡Vivan los suelos crujientes y los pies de los que los hacen chirriar!

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  4. Qué bueno, María Jesús. La mía también cruje y como tú dices, habla a su modo. Me quedo con los avisos de que los más trasnochadores han regresado.
    Me encantó este post por lo cercano que lo siento.
    Un abrazo

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