Casarse implica dejar de poseerse. Ya no soy exclusivamente mío porque la pertenencia exclusiva que tenía hasta entonces sobre mi cuerpo la entrego voluntariamente a otro -mi cónyuge-.
Reconozco que es difícil de entender, al menos a mi me costó. Me sorprendió cuando estudié en Derecho que en el matrimonio los cónyuges se entregaban un "ius in corpus", un derecho al cuerpo perpétuo y exclusivo. Aquello me sonaba a esclavitud, aunque con la atenuante de que era una exclavitud recíproca, que vinculaba por igual a ambos contrayentes.
Aún así me casé y poco a poco, a base de encuentros y desencuentros, he entendido que la dignidad e igualdad del marido y la mujer exige esa copertenencia de cuerpos. Se trata de cuerpos humanos, revestidos por ello de la dignidad propia de la persona, que no pueden ser usados como un mero objeto que se aparca cuando no apetece o no sirve. La pertenencia es recíproca y para siempre.
El derecho que se entrega, exigible incluso ante los Tribunales, es un derecho al cuerpo porque los yo personales no son susceptibles de posesión jurídica, se unen por el amor. Aunque, como en el hombre y la mujer cuerpo y espíritu forman una unidad indisoluble, de tal forma que no puedo utilizar mi cuerpo sin comprometer mi persona en el empeño, cuando en el matrimonio entrego un derecho a mi cuerpo estoy, a la vez, comprometiendome en la totalidad de mi persona.
Que todo esto es muy difícil, casi imposible. En teoría y desde fuera sí, pero los que llevamos empeñados un tiempo hemos experimentado que la propia dinámica del amor conyugal conduce a la unión.
En principio se trata de una unión de cuerpos, de naturalezas, pero cuando ponemos todo lo que "somos" en ello, cuando no nos reservamos nuestras parcelitas egoístas, resulta que la intimidad que existe entre los cónyuges desemboca en una unión que irradia verdadero amor.
Jurídico o no, es entendible y por mi parte plausible a dos manos, espero con ansiedad, proximas entregas. Siempre que entro aquí, aprendo cosas, y todas buenas.
ResponderEliminarSALUDOS VERANIEGOS.
Muy bueno, me gusta.
ResponderEliminarQué guapos sois =)
Edurne (sin ganas de recordar la contraseña para iniciar sesión jaja)
Exacto, bien dicho, ¡y qué poco se comprende esa entrega completa, sin parcelas.
ResponderEliminarHas explicado, y mucho mejor que yo, eso que digo siempre (y creo haber dicho ya aquí) de que el matrimonio es “pensar en plural”. Si me entrego totalmente a la vez que mi cónyuge se entrega a mí completamente, no podemos pensar en singular, tenemos que pensar en plural porque ya no somos uno, somos dos para siempre y para todo.
ResponderEliminarDecididamente, te explicas mejor que yo.
Maravillosa foto, Mª Jesús, estáis guapísimos.
ResponderEliminarPrecisamente publicas esta entrada hoy... por motivos que no vienen al caso, llevo días dándole vueltas a una cuestión similar a la que planteas. Me gusta que enfoques el matrimonio como entrega, tanto de alma como de cuerpo. No obstante, pese a estar casada, creo que aún me falta un escalón para llegar hasta ahí. Puede que me hagan falta más años de experiencia, la vida es un continuo aprendizaje ¿no es así? Si no aprendemos, no tenemos razones para seguir ocupando un lugar en este mundo.
Besos y felices vacaciones
Qué jovencitos!!!.
ResponderEliminarEs tan difícil de entender, como de llevar a la práctica, pero en el fondo es así. ¡Cómo ha cambiado todo, ¿verdad?
Un abrazo.
Se lee perfectamente. Soy Esther.
ResponderEliminarEn mi entrada más reciente, sales, ¿te has visto? Un beso.
Pues en esto de los cuerpos el que salió ganando de calle es tu marido. Pero qué guapa estás en la foto!!! Ya te digo le tocó el premio gordo.
ResponderEliminarLV
certeras palabras, Mariaje; estupenda entrada.
ResponderEliminaraquí estoy en el campo castellano recuperándome aunque voy lenta.
un besazo muy grande
Está bien enseñar la parte jurídica, para que se vea que no nos inventamos nada, ni somos nos exagerados. Muy interesante.
ResponderEliminarLo dices muy bien, has sido muy clara en tu exposición, enhorabuena
ResponderEliminarUn abrazo afectuoso.
En el matrimonio ocurre algo curioso: se da un reconocimiento pleno de 'la diferencia' (lo que no sucede en las uniones homosexuales), y eso precisamente acrecienta la igualdad entre los cónyuges.
ResponderEliminarEspero que sigas con el tema porque lo explicas muy claro y es interesante, especialmente ahora cuando en nuestra sociedad se producen tantas rupturas.
Según las estadísticas, en el 2008 se rompieron 326 matrimonios cada día, es decir 1 matrimonio cada 4,4minutos.
exclavitud creo que es con s, esclavitud...
ResponderEliminarme gusta mucho el blog :)