En el ojo del huracan

Es excitante vivir en un mundo de adolescentes, observando como van improvisando una personalidad que aun desconocen. Todo es nuevo, extraordinario y nada les resulta normal: o es maravilloso o es espantoso. Están estrenando la vida y su sensibilidad aún inmaculada se sobreexcita con el más pequeño de los estímulos. Suben a las nubes con el más leve empujoncito, y bajan a los infiernos por la más insignificante de las decepciones y entre lo uno y lo otro no media descanso, se alternan con un ritmo tan frenético que incluso se simultanean, quedando convertido en un cóctel de emociones de tal manera que nadie sabe -ni ellos mismos- que momento pudiera ser aquél .... Y mientras suena el TATATACHAN!!! del suspense respiro suavemente, sin mover casi el diafragma. Se trata de estar, preferiblemente sin intervenir, entregando nuestra presencia como los catalizadores , el proceso lo deben pasar ellos, y sus decisiones muchas veces no tenemos porque entenderlas.