UN PEDACITO DE MUNDO, POR FAVOR

Estuvimos en Gran Canaria e hizo bueno durante casi toda la estancia. En previsión de la inestabilidad habíamos reservado en un hotel con muchas posibilidades, y así cuando llovió nos refugiamos en él.

El hotel estaba copado por jubilados ingleses que estaban como “muy a lo suyo” e indiferentes a los demás, hasta el punto que uno de los pequeños preguntó: ¿por qué los viejos son tan egoístas. El comportamiento en recepción, en el comedor, en los ascensores ..., de aquellos mayores daba frío, era una sensación de aislamiento que impedía toda aproximación. También sorprendía que físicamente estuviesen tan bien conservados. Evidentemente eran personas que se habían cuidado mirando en exceso para sí mismos.

Pienso en los ancianos generosos que conozco y compruebo que es el resultado de un entrenamiento de toda su vida, que han sabido desprenderse de las cosas que debían en el momento preciso. Por eso cuando Luisin se quejó del egoísmo de los viejos le traje a la memoria a su abuela Berta que nos acogió en Madrid el día antes de salir de madrugada a Canarias, ella se levantó a las 5 de la mañana para prepararnos el desayuno y ante mi indicación de que se fuera a la cama contestó que ella tenía todo el día para descansar, mientras tanto sujetaba la cafetera caliente con sus brazos porque las manos a esa hora no le respondían .