No sabría que decidir si tuviera la posibilidad de retroceder en los años y volver a empezar a vivir (creo que NO lo haría). La vida, es como un cuadro en donde “el color negro” también es aprovechable; quiero decir que vivir de nuevo me permitiría corregir mis malas acciones pasadas pero me privaría del perdón con el que fui favorecida al arrepentirme de ellas… y, además tendría que pasar las incertidumbres y pruebas de la vida otra vez. A cada edad lo suyo.
Pero el corazón se me encoge cuando veo a mis hijos, sus malos tragos, sus vértigos, sus fracasos y sus “éxitos”.
Es curioso que la mayoría de las grandes decisiones de la vida las tengamos que tomar a ciegas, o mejor a tientas porque solo intuimos las sombras imprescindibles para discernir si es el camino correcto pero sin saber lo que nos espera.
He aprendido que la seguridad no existe y que se trata de aguantar el miedo. Esta sociedad donde nos toca vivir potencia la cobardía, pero la felicidad está reservada a los valientes (no a los imprudentes).
A los padres nos toca la difícil misión de educar en la fortaleza necesaria para acometer las grandes empresas de la vida y resistir el miedo y las tentaciones y en la prudencia, que es la mejor consejera de la fortaleza. De niños tienen que experimentar a través de la técnica ensayo/error a tomar pequeñas decisiones y a sufrir sus consecuencias. Educar en la responsabilidad es nuestro mayor reto para que sean hombres libres, capaces de soportar la frustración
Pero... daría lo que fuera por sufrir las angustias en su lugar.
María Jesús
Incoherentemente... o no, vaya usted a saber, me quedo con tu ultima frase... sin dudarlo!!
ResponderEliminarHola mª jesús!
ResponderEliminarEn mi hija revivo la infancia y ahora la pubertad. Nosotros pasamos las etapas de la vida hasta aquí, ahora les toca a ellos, pero con nuestra dirección.
(Tú necsitas más marchas que un coche:), con tantos y cada cual distinto.
No estoy seguro de que la seguridad no existe, lo que sí, es que no es nada de este lado jaja...que alegría visitar este blog. A propósito, estoy leyendo una novela de una familia con 7 hijos que se mudó a Chile jaja...muy entretenida..."Por donde sale el sol". Un saludo.
ResponderEliminarDices que nuestra sociedad potencia la cobardía. Yo creo que también la vagancia. Y entre una cosa y la otra, nos quedamos como petrificados. Educar en la fortaleza, implica también educar en la fuerza de voluntad, algo que hoy está bastante minusvalorado, aunque por supuesto, siempre hay padres que “se lo curran a tope” para que sus hijos sean capaces de luchar por metas altas.
ResponderEliminarEn cuanto a volver atrás… ¡bastante nos queda por delante! Además, estoy de acuerdo, a cada edad lo suyo.
Te voy a decir una cosa Maria Jesús: estás de un nivel que casi que mejor no vengas por mi gareto:)
ResponderEliminarUn bs
Eso que has dicho de:"me dejaría sin el perdón con el que posteriormente fui favorecida…"
Me ha encantado.
Luisa
Como sabes tocar la cotidianidad del mundo adulto. Mira por donde yo si soy de los que lloro por un recomenzar, pero tu post me hace replantearme lo equivocado de mi añoranza. Realmente has dicho algo fabuloso: "·me privaría del perdón con el que fui favorecida al arrepentirme de ellas" cuando se ha experimentado esto, nada puede compararse, nada hay que lo sustituya. Me han hecho un gran bien tus palabras. QUe Dios te bendiga.
ResponderEliminarClaro.
ResponderEliminarHan de aprender de sus errores.
Si no les estarías perjudicando.
Es duro pero necesario.
Besos.
Es cierto, uno quiere evitarles todo dolor.
ResponderEliminarPero no es bueno, porque estariamos obtaculizando el camino.
Y sería peor.
Besos.
Todo es para nuestro bien, incluso los sufrimientos... todo nos ayuda a madurar... pero es tan difícil mantenerse serena cuando ves el precipicio a dos pasos de tu hijo... yo todavía no he pasado por momentos delicados en la educación de mis hijos mayores, pero seguro que llegarán... espero saber ayudarles, aconsejarles, y no perder los nervios. Un abrazo.
ResponderEliminaryo si volvería porque recuerdo aquella inocencia, los ojos cargados de ilusión, las sensaciones que me brindaban mis padres... humm, maravilloso.
ResponderEliminarun besazo
Todavía tenemos a todos los críos pequeños, y no sé cómo vamos a responder a los retos de sus adolescencias como padres, pero sí tenemos claro que habrá que afrontar problemas gordos. La vida está hecha de pequeñas y grandes cruces.
ResponderEliminarUn verdadero problema es aquello que sobreviene, afecta a las personas que quieres, y tú no tienes capacidad de decisión sobre ello por mucho que te esfuerces en subsanarlo.
Y eso, entre otras cosas, produce angustia. E inseguridad. Habrá que soportarlo con la ayuda de Dios.
Un saludo!
Hoy vengo sólo a saludar porque supongo que a este post yo sólo puedo darle el apoyo de estar de acuerdo, de decir que tiene mucho sentido.
ResponderEliminarPues eso, salundando y sugiriendo ánimo.
Pues no va ser posible...ni bueno.
ResponderEliminarSe puede aconsejar, opinar...y tampoco demasiado...luego...a equivocarse o a acertar...como todos.
Qué miedo el sufrimiento de nuestros hijos verdad?, es el dolor más grande del mundo y está claro que daríamos cualquier cosa por pasarlo por ellos.
ResponderEliminarUn post maravilloso cielo (lo que has dicho del perdón es verdaderamente sobrecogedor) Nunca dejes de escribirnos por favor.
Gracias. Besos para todos.
Mª Jesús, me has emocionado. ¡Adóptame!
ResponderEliminarmis hijos son pequeños 4 y 8... aun así cuando algo les sucede prefiero mil veces sentir el dolor en mi y no que lo pasen ellos. Sin embargo sé que es necesario que vivan esos impaces para crecer y formarse.
ResponderEliminarCuantas emociones sentí a leer el post. Gracias por compartir a su hermosa familia y sus historias.
Con esto no ayudas a tus hijos.
ResponderEliminarSolo publicas sus defectos
lo cierto es que me quedo con esta frase. Como tú yo no volvería atrás.
ResponderEliminar"Pero el corazón se me encoge cuando veo a mis hijos, sus malos tragos, sus vértigos, sus fracasos y sus “éxitos”."
Un abrazo
A nosotras nos duele, y queremos ahorrarles esos malos momentos y hacemos lo posible por ayudarles, pero no nos damos cuenta que esos "sinsabores" son necesarios para que alcancen la madurez, y te lo digo en un momento en que veo a mi hija super agobiada con un billete de bus Almería, Murcia...
ResponderEliminarUn besote