martes, 14 de julio de 2009

Roma, en casa

Recuerdo largos paseos con mi padre siendo yo una niña pequeña que no entendía nada, él hablaba y hablaba en un monólogo interminable. Empezaba y terminaba metiéndose con la Iglesia, a la que consideraba culpable de la ignorancia de los hombres. Unos años más tarde me di cuenta de que mi padre estaba aún fascinado por las ideas de la Ilustración, admitía un Dios creador del mundo pero no una Iglesia con dogmas y ritos. El hombre religioso había pasado, según él, a la historia, la ciencia explicaba fenómenos incomprensibles para el mundo primitivo y él confiaba en que la educación de la razón llevara al hombre a la plenitud, a la perfección.

A medida que me fui haciendo mayor me escabullí de aquellos paseos. El espíritu crítico que tanto se afanó en sembrar en nosotros se volvía contra sus ideas.

Han pasado los años, los siglos desde la Ilustración, y este hombre alejado de la religión no se ha vuelto mejor, no ha ganado nada. El hombre filósofo, racional, se situó por encima del bien y del mal en una situación de absoluta indiferencia pero comenzó a sentir un vacío interior y su vida sin esperanza, convertida en una sucesión fáctica de acontecimientos, quedo vacía de sentido. y el miedo al futuro le abocó a una situación de ansiedad, de angustia, de búsqueda de seguridad en todos los órdenes.

Este hombre fracasó en su paso por la vida y en un último intento de vida sin fe confió en los avances de la ciencia, pero éstos también desembocaron en Dios. Max Planck, premio Nobel creador de la teoría cuántica, en 1937 decía: “Para las personas creyentes Dios está al principio; para los científicos está al final de todas las reflexiones”.

Hoy la Iglesia se ha impuesto en la filosofía y en la ciencia; la razón sin fe lejos de hacer más virtuoso al hombre le ha embrutecido. Ya no interesan los razonamientos filosóficos ni los descubrimientos científicos. La ciencia ya no busca la verdad sino la satisfacción de los deseos del hombre. El hombre sin fe se entrega a vicios y a placeres y prostituye el razonamiento para servir sus pasiones, sus egoísmos, su bienestar, arremetiendo contra el hombre religioso al que considera culpable (.....culpable ¿de qué ? me pregunto ).

Perdida su humanidad por la sumisión de la razón y la voluntad a las pasiones, acallado el sentimiento de culpa por la mentira, que incluso reviste forma de ley, se vuelve miedoso ante el fracaso, deprimido.

La Iglesia, -y el hombre religioso que la compone- se ve abocada a cumplir su misión dentro de la cultura laicista dominante: Ser testigo de la verdad. Una posición incómoda, sobre todo en estos tiempos, en que se reniega de la realidad más obvia, de la antropología más elemental.


9 comentarios:

  1. Entiendo a tu padre.
    Lo entiendo bien porque en cierta manera pienso igual.
    La diferencia es que yo no creo en la bondad del hombre.
    Pienso como Hobbes, que el hombre es un lobo para el hombre.
    Como ves no tengo donde agarrarme, estoy en tierra de nadie, soportando el chaparrón.

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Pasar épocas de duda no me parece malo.Quedarse en ellas sí; pero cuando sirven para buscar la luz enriquecen más que perjudican.
    En ello estamos y...vale la pena seguir buscando.

    ResponderEliminar
  3. Desgraciadamente, el “Dios sí, Iglesia no”, ha derivado en el relativismo. Aquel que admira a Cristo en función de lo que lee en el Nuevo Testamento, olvida que en este libro, la palabra Iglesia aparece en 94 ocasiones. Dios nos ofrece en la Iglesia un camino de salvación, pero ese camino es siempre difícil de seguir y muchos reniegan.

    Otras veces, pienso que el alejamiento de algunos se debe a los errores que la Iglesia (sus miembros) han cometido y cometen. Sin embargo, Cristo ya nos advirtió que habría escándalos en la Iglesia. Cada cual tendrá que enfrentarse después a su responsabilidad.

    Pienso, como dices, que hoy el cristiano tiene la misión de ser testigo de la verdad y que está en una situación difícil dada la mentalidad imperante. Pero los cristianos siempre han tenido que nadar contracorriente.

    ResponderEliminar
  4. Estoy en entero acuerdo con el comentario de "eligelavida". Yo recuerdo cuando tuve una conversacion con un sacerdote que me dijo.... Recuerda que nosotros somos la excepcion a la regla, por lo tanto tenemos que luchar mas y mas fuerte para poder, dando ejemplo, "contagiar" a la gente a alcanzar esa busqueda por la VERDAD!

    Besos!

    ResponderEliminar
  5. Uff, muy denso para mis 30 min de internet ;)
    Besossssssç

    ResponderEliminar
  6. Todo lo he experimentado por mí misma.

    Esto es lo mejor que te he leído jamás, me ha fascinado. Es todo verdad.

    Mil besos.

    ResponderEliminar
  7. ¿Sólo el hombre sin fé se entrega a los placeres? ¿Y todos esos curas acusados de abusos a niños? Si los curas no tienen fé, pues apaga y vamonos.

    ResponderEliminar
  8. Te contesto aquí racional porque no sé tu correo o blog.
    El comportarse con arreglo a la moral no es exclusivo del hombre con fe. Hay muchas personas sin fe que tienen un comportamiento que ya lo querríamos para muchos cristianos. La ventaja de la fe es que ilumina la razón y ve algo más, pero en la misma línea porque el hombre a través de la razón, si busca con honestidad, descubre la creación y su papel en la misma; las leyes naturales están inscritas en la conciencia del hombre.
    Mi padre en concreto era un hombre honesto, el problema es que como dice un refrán " el que es discípulo de sí mismo tiene por maestro a un necio" (o algo parecido) y, como humano que era adaptaba la moral a su conveniencia. Me dirás que eso también lo hacen los cristianos; por supuesto, por eso están los mandamientos, las normas que deben ser caminos que marcan la dirección correcta, no están para asfixiar a nadie sino para liberar del egoísmo, de la soberbia.
    Me gusta tu nombre "racional" porque desde la razón me coloqué, gracias a mi padre, de niña y con los años me si cuenta de que los psotulados de la religión católica, que se pueden reducir al amor y al perdón- son los únicos capaces de hacer un mundo humano donde se respete al prójimo porque se le debe amor.
    Decirse cristiano es fácil pero comportarse como tal es muy difícil por eso hay que remar cada día y pensar que con la ayuda de Dios el siguiente será un poco mejor porque amar a los demás como a uno mismo es dificilísimo, incluso en ocasiones es dificil amarse a sí mismo.
    Si los cristianos consiguieramos ser testigos de la verdad el mundo mejoraría. Por favor racional ¡Ayúdanos!.
    un abrazo
    María Jesús

    ResponderEliminar
  9. "...prostituye el razonamiento para servir sus pasiones, sus egoísmos, su bienestar, arremetiendo contra el hombre religioso..."

    Así es. Pero esos placeres son vanos y se esfuman. Duran lo que dura un instante.

    Yo creo en la Iglesia, porque entiendo que está fundada por Cristo, lo cual significa que si Dios mismo lo ha dispuesto así, es bueno para el hombre. Y el hombre está hecho para buscar y hacer el Bien, pero para eso hay entre otras cosillas, que rendir-se, reconocer que no somos más que Dios.

    En fin, un lío, que tu explicas muy bien.

    Oye, que besos para todos los Chicos de León.

    Luisa

    ResponderEliminar