Me han propuesto hablar a bachilleres sobre las oposiciones a judicaturas, registros y notarias. En principio me pareció absurdo explicar a unos adolescentes que no habían contactado con el Derecho el contenido de un programa que no pueden entender; sin embargo me acordé de cuando hace unos años expliqué en qué consistían estas oposiciones a unos universitarios en los últimos cursos de Derecho. Recuerdo que en el momento en que les dije que tendrían que estudiar un mínimo de ocho horas diarias se produjo una desconexión total de la audiencia. En sus planes no entraba estudiar, era imposible aquel esfuerzo, habían renunciado a ello.
Al igual que las conferencias sobre adolescentes deberían convocar a los padres de niños que aún no han llegado a esta etapa porque al adolescente hay que educarle antes, quizá el momento de hablar sobre oposiciones que requieren muchas horas de estudio sea a estas edades en que pueden adquirir con facilidad el hábito de estudiar.
Una oposición, como cualquier trabajo, exige desarrollar nuestra naturaleza, perfeccionar las potencias de la inteligencia y la voluntad, a través de hábitos y virtudes.
Por trabajo entendemos habitualmente el perfeccionamiento de la realidad externa mediante una serie de acciones que realizamos, pero el primero que se perfecciona, que se transforma, es el propio trabajador. En la medida que el hombre mejora al mundo se mejora a sí mismo. No somos indiferentes a nuestras acciones externas, a medida que actuamos mejoramos o empeoramos por dentro y terminamos siendo como nos comportamos.
En el ámbito del trabajo nos perfeccionamos como hombres trabajando bien, desarrollamos nuestro pensar y querer. El hombre que no trabaja no se perfecciona, se deshumaniza como hombre, y si trabaja mal se envilece. Por eso los estudiantes que no estudian mienten como hombres.
Nuestra crisis actual es producto en gran medida de la mentira, que ha generado desconfianza. El lenguaje no es veraz y de esta mentira se ha contagiado el mundo del trabajo.
Trabajar es dar en la medida que uno se posee, por eso para trabajar, para aportar algo a la sociedad, hay que primero ser señor de uno mismo. No podemos emprender el estudio de una oposición si no tenemos la virtud de la constancia. Y las virtudes solo se adquieren con la repetición de actos, porque las virtudes son hábitos buenos, aquellos que nos ayudan a perfeccionar nuestra voluntad. Pero hemos de tener cuidado porque la repetición de actos también genera vicios. Nuestros actos nos ennoblecen o envilecen por dentro. Somos protagonistas de nuestra historia; en gran medida labramos nuestro futuro y tenemos que hacerlo teniendo en cuenta nuestra propia naturaleza, la inteligencia y la voluntad, que nos distingue de los animales. Si no perfeccionemos nuestra humanidad, si nos dejamos arrastrar por los instintos propios de los animales, cada vez seremos menos hombres.
Para trabajar bien tenemos que realizar bien nuestro trabajo –actos- y trabajar rectamente –intención-.Nos puede dar vértigo la dificultad de almacenar en nuestro limitado cerebro la cantidad de materia que suponen estas oposiciones, pero, evidentemente, no se trata de aprenderlo todo de golpe. La preparación de una oposición es un entrenamiento. El cerebro no es un músculo, no esta formado por fibras musculares, pero es plástico y, en cierta medida, la imagen de los músculos, que tan bien conocemos, nos sirve para entender la plasticidad del cerebro, que va adquiriendo una mayor habilidad para comprender las relaciones entre conceptos a través del entrenamiento de la memoria. La inteligencia cristalizada que se basa en los conocimientos y experiencia, en la información que retenemos y se transfiere a la inteligencia fluida, que permite resolver problemas a los que uno no se había enfrentado antes.
Para estudiar una oposición hay que ser también realista y entender que nuestra naturaleza humana exige descanso, pero un descanso que sea acorde con nuestra condición de hombres. Dormir es necesario para reparar fuerzas físicas, y actividades como leer un buen libro, oír música, pasear por el campo, charlar con los amigos, descansar nuestro espíritu. Pretender descansar evadiéndose de la realidad con porros o alcohol es incompatible con la preparación de una oposición porque, aparte de el daño neuronal que puede provocar, no repara el cansancio generado por el estudio y rompe el ritmo de la oposición.
Estudiar una oposición hay que plantearlo como un trabajo y estudiar un mínimo de ocho horas diarias. La diferencia es que no existe remuneración actual, es una inversión en vista a una remuneración segura -si se aprueba- en el futuro. Personalmente no soy partidaria de romper con la vida, creo que hay que seguir manteniendo las relaciones con los amigos y familiares, compatibilizándolas con el estudio.
Qué preciosos sois!
ResponderEliminarFalta mucha gente así,
lo digo con toda mi alma.
besos
Yo admiro mucho a la gente que se prepara oposiciones al modo en que tú defiendes. De pequeña yo era de las que con ir a clase y leer el temario el día antes del examen, aprobaba. Por lo que me volví vaga y no tenía hábito de estudiar. No quiero que a mis hijos les pase igual, así que con 4 y 2 años les pongo todos los días después de merendar a colorear o ha hacer alguna manualidad para que vayan cogiendo una rutina de estudio y luego no les cueste sentarse a estudiar cuando lo necesiten.
ResponderEliminarCon respecto a lo que dices, antes si había gente que se enclaustraba durante dos años para estudiar oposiciones, pero creo que ahora la gente no renuncia a su vida social pos el hecho de estar opositando, no?
Besitos
¡ahi me has dado!
ResponderEliminarel hábito del trabajo y del estudio se adquiere sin duda desde la infancia.
En mi casa no supieron trasmitírmelo, mi padre lo intentaba porque el era constante y trabajador pero nosotras obviamente acogíamos con mucho mas entusiasmo los "pobres niñas, que disfruten" de mamá (que es adorable y santa...pero vaga!).
Eran y son opuestos y cada uno priorizaba lo que a su juicio era lo mas importante. Así criaron a 4 niñas, que con el tiempo hemos echado mucho de menos haber heredado la constancia y austeridad de mi padre pero que a la vez valoramos el haber heredado la espiritualidad y las habilidades sociales de mi madre. Una mezcla extraña.
Ahora veo que yo misma soy reflejo esta dualidad con mi propio hijo, y que me cuesta sobremanera aunar todas las cualidades que pretendo trasmitirle.
¿cómo se logra el equilibrio si a menudo no lo tenemos ni nosotros mismos?
Es tal como dices.
ResponderEliminarRecuerdo cuando decidí comprar algunosos temarios para preparar oposiciones a juez -inocente de mí, pues trabajaba a jornada completa- y mi asombro cuando comprobé todo el esfuerzo que requería preparar con alguna posibilidad la oposición.
No podía dejar de trabajar así que sintiéndolo mucho tuve que dejarlo.
Besos.
El hábito hace al monje ¿no?
ResponderEliminarPues en el trabajo lo mismo, estoy convencida, no hay mucho más que decir.
Ahora toca llevarlo a la práctica y eso cuesta....
sin palabras me he quedado, todo eso que, a mí personalmente, me recuerdas lo viví, novía de un opositor de voluntad férrea, y ahora madre de una futura opositora, me has hecho revivir los duros años que ya pasaron y los que me quedan por pasar...
ResponderEliminartendría anécdotas , como para llenar páginas ( imagino que como tú). ¿Como lo llevas tú con tu hijo?. Yo tengo miedo...
Besos
¡menudo amueblamiento cerebral que tiene doñita MªJesús!... Por cierto las fotos son bárbaras.
ResponderEliminarBuenísimas las fotos y genial el contenido.
ResponderEliminarUn abrazo
Tomo nota de los consejos
Yo pienso que para opositar...primero hay que querer...pero también hay que valer.
ResponderEliminarYo he visto casos tremendos, compañeros de mi marido, que de familias de notarios, etc...se han empeñado en la oposición, por vocación o por lo que sea, y han estado hasta 11 años tratando de lograrlo.
Luego te plantas con 35, sin experiencia laboral, sin vida propia, prácticamente...y bueno, la moral por los suelos.
Es muy duro...hay que estar hecho de una pasta muy especial, antes, durante y después.
El hábito de estudio, es importante...pero...hacen falta más cosas...
Yo...a vuestro ejemplo me remito, jajaja, me quito el sombrero y hago una graciosa reverencia.
Besos
Hace falta trabajo, valer y gracia de Dios (que Dios quiera que hagas un servicio en esa función pública).
ResponderEliminarUn abrazo en Cristo y en María.
Tengo un hijo opositando a registros y Dios quiera que lo consiga porque ha renunciado a mucho y esta haciendo un esfuerzo muy grande
ResponderEliminarYo aprendí más durante 6 meses estudiando oposiciones que durante 7 años estudiando una carrera. No es sólo un pulso intelectual, sino también personal, el esfuerzo que supone exige una gran introspección, y hasta puedo asegurar que te ayuda a crecer como persona. En septiembre tengo que volver a intentarlo, espero que no me fallen las fuerzas.
ResponderEliminarBesos.