NO MATAR... ¿Una heroicidad?

Dentro de unos días Elena cumplirá 3 meses; sus sonrisas, que alegran la casa, me traen a la memoria la sentencia de muerte a que algunos le condenaban por el único “delito” de haber sido concebida sin haberlo querido su madre.

El embarazo de Isabel me ha enfrentado a una realidad mas dura aún de lo que suponía. En los casos como el suyo se levantan montón de augurios que consideran que el nacimiento del hijo destruirá el futuro de la madre. Curiosamente esos mismos agoreros animan a una joven madre que se divorcia a que "rehaga su vida", o a una mujer sola a que cumpla su sueño de ser madre acudiendo a la inseminación artificial. En todos estos casos el común denominador es una madre sola con un hijo a su cargo, ¿qué diferencia hay, entonces, que convierte al hijo en reo de muerte?.

El ser humano ha nacido para ser libre, pero la libertad nos hace responsables de nuestros actos; y, aunque socialmente no se nos exija responsabilidad, incluso nos faciliten su silenciamiento, a la propia conciencia no se le puede acallar. El aborto es un acto de irresponsabilidad tan monstruoso que necesariamente resquebraja la estructura interna de la mujer que lo comete y la de aquéllos que le han inducido a hacerlo. La huída de la propia conciencia lleva a la mujer a una evasión continua. Incapaz de enfrentarse a la realidad de haber matado al hijo que crecía en su seno, recurre a todos los “inhibidores” posibles …, o se sumerge en una actividad frenética que le impida estar a solas consigo misma. En el peor de los casos, se empeña en una denodada cruzada para lograr que se reconozca el aborto como algo normal y lícito. Pero tampoco ese reconocimiento social la reconciliará consigo misma porque, con su acción, se ha negado la felicidad. Hemos nacido para ser felices, estamos naturalmente determinados a ello, pero la felicidad solo se alcanza amando, y el aborto es la negación del amor por excelencia.

Isabel tiene la suerte de que su familia, aunque no aprueba su conducta anterior, apoya incondicionalmente su maternidad, pero ¿qué ocurre con todas esas mujeres que se encuentran solas ante la incomprensión de su familia y en una sociedad que presenta el aborto como la mejor solución para eludir responsabilidades?. He observado que se argumenta incluso la falta de responsabilidad de la madre que en circunstancias adversas no aborta; es ya una utilización perversa del concepto de responsabilidad. Me indigna esta sociedad tan falsa que se mueve al dictado de unos cuantos que quieren contagiar a todos su amargura.

Dejo para otro “post” la reflexión sobre el efecto "moralizante"o de la despenalización del aborto. Ahora me gustaría con toda el alma tender la mano a esas jóvenes que atraviesan momentos difíciles ante embarazos inesperados y que, en momentos de ofuscación, pueden cometer un error que arrastrarán toda su vida.

Existen organizaciones que, desinteresadamente ayudan a las embarazadas a “salir adelante”.

En http://www.sosfamilia.es/fotos_pagina/folletoaborto3.pdf , al final de la presentación indican direcciones donde te pueden ayudar.

Me impactó una expresión que me dijo mi hija Isabel: “quien creí que me iba a aceptar, me rechazó; quien creí que me iba a rechazar, me aceptó”... tiene miga
Y si has abortado ya, sé valiente, no huyas de tí misma toda la vida, no cierres las puertas a la felicidad, ayúdanos a defender la vida, tienes mucho que aportar.

María Jesús