El verano se va y me deja la sensación de que ha quedado algo por hacer. Sin embargo, ha sido un buen verano. Como se pronosticaba mal tiempo, aprovechamos desde el primer día para comer y cenar en la pradera, donde tenemos una enorme mesa circular con el centro giratorio.
Las tertulias se prolongaron horas, mientras terminábamos las bolsas de cacahuetes que seguían al postre. Hizo un tiempo estupendo y fueron muchos los días que compartimos mesa con tíos, primos, amigos nuestros o de nuestros hijos. La armonía familiar, que algunos auguraban que se iba a quebrar con la venida de la nietecita, se volvió mas melodiosa. Pero los mayores van marchando a estudiar a sus destinos, y aunque volverán fines de semana, tengo la sensación de que el año próximo algunos trabajaran y será distinto. Siento que no he sabido ayudar a Fernando en su desánimo al romper el ritmo de estudio en la oposición; me parece que podía haber conseguido que Isabel se concentrara mas en el estudio de las cuatro asignaturas que le faltan para terminar su carrera y a las que no pudo presentarse porque la niña nació en junio; me arrepiento de no haber felicitado con más entusiasmo a Pablo por sus inmejorables calificaciones y haberme enfadado cuando llegaba tarde a comer sin tener en cuenta el esfuerzo que hacía por compatibilizar comidas en casa, trabajar y atender a su novia; me da pena haberle dicho a Carmen que tenía “diarrea de solidaridad” cuando al volver de ayudar en la hospitalidad de Lourdes, nos comunicó que iba a destinar el último mes de vacaciones a ayudar en la India; y me da rabia no emocionarme cuando me enteré de que Fran pertenecía a la Misión Joven y no valorar su valentía de evangelizar en ambientes adversos.
Pero se van y ya no puedo recuperar el tiempo perdido. Les llamaré muy poco, solo si están enfermos o me hacen llamadas perdidas, porque no me gusta telefonear y tampoco quiero entrometerme en sus vidas. No tengo en mi despacho fotos de ellos porque no las necesito, les tengo siempre presentes, y mi esfuerzo es olvidarme de ellos mientras trabajo.
Saben que Luis y yo estamos siempre ahí, que somos suyos, pero nosotros sabemos que ellos no son nuestros. Espero que tengan discernimiento para encontrar sus caminos y sus compañeros y valentía para lanzarse al vacío cuando presientan que deben hacerlo.
Se van y yo vuelvo a la rutina, bendita rutina del trabajo, que me sacará de esta melancolía. Me esperan mis papeles, los horarios de trabajo, del colegio. Me esforzaré para no tener que arrepentirme de no atender más a los pequeños.
De verdad, no sabes cuanto te entiendo.
ResponderEliminarYo siempre me estoy arrepintiendo de cosas o sintiendome culpable.
Pero la cuestión es que yo creo que Dios sabe nuestra intencion y llega donde nosotros no podemos.
Tienes una familia espupenda. Felicidades.
Y aunque esté mal decirlo la mia, tambien lo es.
Mis hijos aún son pequeños y de momento sólo tengo tiempo de arrepentirme por ser tan sargento...y tan poco generosa, la verdad...
ResponderEliminarNo me extraña que tenga papitis aguda...
Cómo tú e Irache decís...tengo claro que no me pertenecen y espero y confío en que donde no llego, Dios y la Virgen pongan el resto. Eso sí, sin dejar de cumplir con mi misión...intentando siempre dar lo mejor, sin caer en la tentación del desánimo y el juicio contra mi propia persona...cosas que no son fáciles para mí.
Un beso
Ese es el modelo de educación, formar y luego dar libertad a sus vidas. Y no te sientas culpable, tu les demuestras tu cariño y amor cada día.
ResponderEliminarsalduos a toda la familia
He descubierto vuestro blog hace poco y me suscribí enseguida. Gracias por compartir vuestro "ser familia". Yo soy papá de dos y esposo de 1, je, je, je... y también disfrutamos de nuestra casa abierta, orante, risueña y capaz de enfrentar problemas y dificultades.
ResponderEliminarMuchos besos
¡SIIII! Has acertado Luisa, soy la que está en brazos de un guapetón.
ResponderEliminarLa verdad es que soy la que da el biberón a la niña la entrada de normales e ilusionado. La bebé es mi nietecita y las otras dos son mis hijas -la 8ª y la 10ª-
Un beso
María Jesús
Mi padre siempre dice que ser padre no es algo que se haga bien o mal, sino algo que se hace como se puede, y aunque a veces me ha parecido como una disculpa por lo arisco que es, lo cierto es que tiene mucha razón. Los conflictos domésticos surgen por mil cosas, y no tenemos en ese momento los nervios para solucionarlos. Ellos se van con su vida como en tu momento lo hiciste tú. Llega un momento en el que necesitas tu propio espacio para crecer en él, y lo único que necesitas realmente entonces es que tu familia te comprenda.
ResponderEliminarBuen post, Maria Jesús. Besos a todos de mi parte
Que linda familia!!! Cuántos son???
ResponderEliminarFelicidades por la página, he llegado aquí pasando por pensar por libre.... y seguro vendré más seguido.
Hola Laurita:
ResponderEliminar¡Qué bien saber de tí!. Estaba preocupada después de tu última entrada. Ayer, pensando en tí, hice unas fotos de un poncho que iría muy bien en Sevilla, y te mandé un correo hoy desde el trabajo. No se si te llegaría.
Estoy muy de acuerdo con tu comentario y además estoy segura de que a los hijos muchas veces lo que les conmueve es nuestra dedicación, no nuestro acierto, sobre todo en mi caso en que algunos son mas capaces ya que yo.
Un abrazo
María Jesús
Querida Irache: Yo tambien llevo 27 años casada. ¡Tenemos mucho en común!.
ResponderEliminarMe gustaría hacer las cosas mejor, pero...¡hago lo que puedo!. Antes era perfeccionista, ahora soporto bastante bien la chapuza, porque la otra opción es no hacer, que es peor. ¿Quien sabe quizá nuestros hijos se conozcan. Yo el año pasado tenía 4 en Madrid y este año tendré 3.
Un abrazo
María Jesús
Querida Cris:
ResponderEliminarEn mi caso nací con galones. A mí no me cabe en la cabeza que no me obedezcan, pero también es cierto que, a medida que soy mayor, doy menos órdenes, a los mayores porque no procede y a los pequeños porque muchas veces no tengo fuerzas para mantener la orden y hago como si no me he enterado.
No te arrepientas de ser sargento: exigir es querer.
Un abrazo
María Jesús
Caballero trueno y quemar los barcos: Bienvenidos. Estais en vuestra casa.
ResponderEliminarUn abrazo
Querida familia sin apuros: ¡Qué suerte teneis tenerlo tan claro desde el principio!.
ResponderEliminarMas que culpable me siento muchas veces incapaz de llegar.
Un abrazo muy muy fuerte
María Jesús
Estos piratas tienen el mejor tesoro del mundo ser una gran familia, por cierto había pasado por aquí para deciros que tenéis un premio en mi blog.
ResponderEliminarhttp://porlafamiliaporlavida.wordpress.com/2008/09/07/gracias-a-caballero-zp-y-a-luisa/
Aquí una opositora os pide que contéis cómo afrontáis las oposiciones de vuestro hijo. Qué blog tan bueno, gracias por escribir.
ResponderEliminarAunque sea poquito, anda por fa :D
ResponderEliminarHola opositora ?:
ResponderEliminarMe preguntas como afrontamos la oposición de Fernando. Pues bien, es Fernando quien debe afrontar su oposición, a nosotros -padres, hermanos y amigos- nos queda comprender que a veces tenga momentos difíciles, susceptibilidades, decaimientos, esas bajadas de ánimo que, si eres opositora, comprendes.
Fernando oposita a Registros y yo, como opositora que fuí al mismo cuerpo, le aconsejo que no rompa con la vida, que haga deporte y que recuerde que ni los subidones de ánimo son reales, ni tampoco lo son los decaimientos. La oposición es un trabajo al que hay que dedicar al menos 8 horas, hay que descansar por la noche para rendir al día siguiente (no trasnoches, a las 2 deberías estar descansando si eres española). La diferencia con un trabajo es que hasta que no apruebes no cobras.
Reconozco que yo estudiaba por la noche y era un poco anarquica, así que de mis consejos aprovecha lo que se adapte a tu forma de ser, pero ¡NO ROMPAS CON LA VIDA!, ninguna oposición lo merece. Yo me casé antes de aprobar, aunque ya llevaba dos años estudiando.
Intenté entrar en tu blog pero no pude.
¿Qué preparas?.
Un abrazo