Los hechos a los que me voy a referir sucedieron en el otoño de 1995. El pudor y cierto interés en mantener mi credibilidad me han mantenido en silencio, pero no puedo callar por más tiempo, si alguien no me cree que pregunte a los que de algún modo fueron testigos.
Ocurrió en torno a las 4 a.m. del 6 de octubre. Habíamos salido de Asis (Italia) y llevábamos más de 20 horas de coche en las que solo habíamos parado para echar gasolina, momento único que aprovechábamos para atender todas las necesidades. Nos encontrábamos atravesando la provincia de Burgos en medio de una tormenta y todos dormian excepto Fernando y Mª. Jesús que venían hablando de "lo complicadas que son las chicas". Como hacía ya un rato que la poca gasolina y el "pis" de Fernando me requerían para hacer una nueva parada, en cuanto vi una gasolinera llamada "El Montico" me desvié y me coloque detrás de un trailer alemán que impedía el acceso a la de "sin plomo".
yo no era consciente del cansancio acumulado y cuando baje del coche fui incapaz de contener un temblor que me sobrevino a las manos, tal, que para pagar sacaba de los bolsos francos, o liras, resguardos, tikes, carnets...todo menos pesetas, y todo se me caía por unos nervios cada vez más desatados, de tal modo que cuando le ofrecí al empleado un tiket de no se que compra, porque la VISA se me calló, noté en sus ojos la duda de levantar las manos y aceptar el atraco de un drogadicto con mono. Pero dominé la VISA, insistí, y entramos en el garito donde aquel hombre tomo la tarjeta mientras yo me dejaba caer sobre un silloncito de skay que estaba al otro lado de la mesa. Fue en ese momento -segundo más o segundo menos- en que un ruido ensordecedor y un resplandor dejó todo completamente a obscuras. Aquel individuo dio un salto hacia atrás y tras soltar un alarido quedo definitivamente paralizado, incluso después de que se comprobase que habia sido un rayo caído allí mismo. La falta de fluido eléctrico me permitió ir al coche y echar una cabezada en espera de que se pudiese usar la VISA cuando volviese la luz.
Pasado el trago (y el descanso), me encontraba absolutamente repuesto incluso con una muy extraña lucidez. Asi que continuamos viaje, pero no habían pasado 30 kilómetros cuando Fernando amenazo con mearse los pantalones si no parábamos; mi inmediato cabreo fue contestado con un sincero no estar para bromas y que "desde Barcelona ni me he dormido ni hemos parado", Mª. Jesús apoyo el que me dejase de bobadas y parase. En ese mismo instante el destello de la reserva de gasolina me dejó tan estupefacto que Mª Jesús explotó ante la idea de que no solo me había dormido sino que había soñado; ... y debía ser cierto porque cuando paré a llenar definitivamente el deposito comprobé que tenia la VISA en mi poder, no tenía ningún resguardo de haber pagado en "el Montico", y no conseguía recordar si finalmente pagué, -y con que-, aquella gasolina que nunca entro en el deposito.
Esta historia podía haber terminado aquí, pero era tal la autenticidad con que recordaba aquella gasolinera, que no pude menos que investigar. Asi que una vez en León, después de haber dormido hasta casi la noche, comprobé via telefónica su existencia, y llamé. Me contestó un individuo que me dijo estar toda esa semana de guardia, era, pues, "mi hombre". De entrada me dijo que aquella noche no había parado ninguna furgoneta "granate" de León, como tampoco se acordaba de mi, ni de mis temblequeantes circunstancias; pero cuando me dijo "si señor, repostó sobre las 4 a.m. un trailer alemán ... pero detrás de el no había ninguna furgoneta granate...", insistí con un montón de preguntas, y todos los hechos me los confirmaba, salvo nuestra presencia allí. Me estremecí cuando me comento que efectivamente un rayo había destruido la instalación eléctrica, pero... "estaba yo solo en la oficina..." apostilló el hombre harto de mi y a punto de colgarme. En ese instante me acorde de un detalle que es impropio de los sueños, de las premoniciones, de las telepatías o de las teleloquesea... era un recuerdo táctil: Cuando entre en el garito, me desplomé sobre una silla que apenas llegue a ver, pero que toqué al poner las manos a los lados mientras estaba sentado, era como de skay con unas grietas a través de las cuales palpé un relleno estropajoso y apolillado, incluso llegue a bromear conmigo mismo: ".... no me importaría dejar aquí las manos hasta mañana". Le pedí por favor que no me colgase y me contestase a lo último, le describí la silla y le pregunte si existía,.. "Si señor, esa silla estaba aquí", ... "como, ¿estaba?", le contesté, "si le estoy hablando de ayer mismo",... "Si, señor mio,.. esa silla estaba ayer, pero no hoy, porque sobre esa silla.... cayo el rayo...." "Jo..." dije, colgué, y no volví a hablar del tema con nadie
Ocurrió en torno a las 4 a.m. del 6 de octubre. Habíamos salido de Asis (Italia) y llevábamos más de 20 horas de coche en las que solo habíamos parado para echar gasolina, momento único que aprovechábamos para atender todas las necesidades. Nos encontrábamos atravesando la provincia de Burgos en medio de una tormenta y todos dormian excepto Fernando y Mª. Jesús que venían hablando de "lo complicadas que son las chicas". Como hacía ya un rato que la poca gasolina y el "pis" de Fernando me requerían para hacer una nueva parada, en cuanto vi una gasolinera llamada "El Montico" me desvié y me coloque detrás de un trailer alemán que impedía el acceso a la de "sin plomo".
yo no era consciente del cansancio acumulado y cuando baje del coche fui incapaz de contener un temblor que me sobrevino a las manos, tal, que para pagar sacaba de los bolsos francos, o liras, resguardos, tikes, carnets...todo menos pesetas, y todo se me caía por unos nervios cada vez más desatados, de tal modo que cuando le ofrecí al empleado un tiket de no se que compra, porque la VISA se me calló, noté en sus ojos la duda de levantar las manos y aceptar el atraco de un drogadicto con mono. Pero dominé la VISA, insistí, y entramos en el garito donde aquel hombre tomo la tarjeta mientras yo me dejaba caer sobre un silloncito de skay que estaba al otro lado de la mesa. Fue en ese momento -segundo más o segundo menos- en que un ruido ensordecedor y un resplandor dejó todo completamente a obscuras. Aquel individuo dio un salto hacia atrás y tras soltar un alarido quedo definitivamente paralizado, incluso después de que se comprobase que habia sido un rayo caído allí mismo. La falta de fluido eléctrico me permitió ir al coche y echar una cabezada en espera de que se pudiese usar la VISA cuando volviese la luz.
Pasado el trago (y el descanso), me encontraba absolutamente repuesto incluso con una muy extraña lucidez. Asi que continuamos viaje, pero no habían pasado 30 kilómetros cuando Fernando amenazo con mearse los pantalones si no parábamos; mi inmediato cabreo fue contestado con un sincero no estar para bromas y que "desde Barcelona ni me he dormido ni hemos parado", Mª. Jesús apoyo el que me dejase de bobadas y parase. En ese mismo instante el destello de la reserva de gasolina me dejó tan estupefacto que Mª Jesús explotó ante la idea de que no solo me había dormido sino que había soñado; ... y debía ser cierto porque cuando paré a llenar definitivamente el deposito comprobé que tenia la VISA en mi poder, no tenía ningún resguardo de haber pagado en "el Montico", y no conseguía recordar si finalmente pagué, -y con que-, aquella gasolina que nunca entro en el deposito.
Esta historia podía haber terminado aquí, pero era tal la autenticidad con que recordaba aquella gasolinera, que no pude menos que investigar. Asi que una vez en León, después de haber dormido hasta casi la noche, comprobé via telefónica su existencia, y llamé. Me contestó un individuo que me dijo estar toda esa semana de guardia, era, pues, "mi hombre". De entrada me dijo que aquella noche no había parado ninguna furgoneta "granate" de León, como tampoco se acordaba de mi, ni de mis temblequeantes circunstancias; pero cuando me dijo "si señor, repostó sobre las 4 a.m. un trailer alemán ... pero detrás de el no había ninguna furgoneta granate...", insistí con un montón de preguntas, y todos los hechos me los confirmaba, salvo nuestra presencia allí. Me estremecí cuando me comento que efectivamente un rayo había destruido la instalación eléctrica, pero... "estaba yo solo en la oficina..." apostilló el hombre harto de mi y a punto de colgarme. En ese instante me acorde de un detalle que es impropio de los sueños, de las premoniciones, de las telepatías o de las teleloquesea... era un recuerdo táctil: Cuando entre en el garito, me desplomé sobre una silla que apenas llegue a ver, pero que toqué al poner las manos a los lados mientras estaba sentado, era como de skay con unas grietas a través de las cuales palpé un relleno estropajoso y apolillado, incluso llegue a bromear conmigo mismo: ".... no me importaría dejar aquí las manos hasta mañana". Le pedí por favor que no me colgase y me contestase a lo último, le describí la silla y le pregunte si existía,.. "Si señor, esa silla estaba aquí", ... "como, ¿estaba?", le contesté, "si le estoy hablando de ayer mismo",... "Si, señor mio,.. esa silla estaba ayer, pero no hoy, porque sobre esa silla.... cayo el rayo...." "Jo..." dije, colgué, y no volví a hablar del tema con nadie
This blog could be more exciting if you can create another topic that everyone can relate on.
ResponderEliminarHola Luis.
ResponderEliminarYa había entrado esporádicamente en este blog tuyo. A partir de ahora inauguro mis visitas constantes (y mi lista de blogs a visitar se va acrecentando peligrosamente, jejejeje).
He estado leyendo algunas de tus entradas y tengo que decir que me has hecho fan de tu familia. Pero este relato... me ha llegado. Yo, que toda mi vida he estado escribiendo relatos de "limited reality", que he leído mucho Stephen King (soy un poco raro, lo sé; pero desagravio un poco leyendo a Tolkien, D'ors, Borges, Neruda,...), de repente me encuentro a alguien que ha vivido algo parecido en primera persona, y (permíteme que use una expresión que usan los adolescentes ahora) "¡lo he flipao!"...
En fin, que nada, que ya tienes un lector asiduo más. Como digo la primera vez que entro en un blog (o la vez que "oficializo" mi entrada), seguiré por aquí.
Un abrazo.
P.D.: Creo que se te han colado dos comentarios SPAM: el señor "Ioan Cash" y don "Gambling Game Lottery". Tienen pinta de no ser, ni tan siquiera, de este país...
!Es realmente alucinante! No se que decir
ResponderEliminarestoy un poco avergonzado.... fue verdad todo lo que es posible: hicimos Asis León de una tacada (2.100 Kms. en 23 horas) y en una gasolinera estuve retenido porque un rayo descompuso el sistema de pago por Visa, y tengo la sospecha que en algún momento del viaje me medio-dormi. Durante mucho tiempo tuve pesadillas por esta experiencia que no he repetido.
ResponderEliminarMuy bueno, muy bueno.
ResponderEliminarQuería decirte que me encanta el blog y las cosas que cuentas de tu familia
No hay por qué tener miedo a narrar este tipo de experiencias, Luis. Está claro que siempre habrá quien no te crea o quien ponga en duda tu credibilidad, pero te sorprenderá también encontrar a un montón de personas que también han vivido algo extraordinario en sus vidas. Ya hablaremos.
ResponderEliminarA fecha de hoy, lo más extraordinario que vives es tu familia. Eso sí que es un poltergeist permanente!! ;)
Un abrazo.
Me lo creo... y... ¿me espanta?
ResponderEliminarPara mi, la experiencia personal es irrebatible.
ResponderEliminarComo ya te han dicho, siempre habrá alguien que busque una respuesta lógica, que te tome por loco o por mentiroso.
Lo importante es tú tengas las cosas claras...y que puedas darles un sentido en tu vida...Si es así, ¿Qué importa lo demás?
Seguro que todos tenemos alguna experiencia de esas que nadie cree, pero que a nosotros no se nos ha olvidado...por algo será...
Por cierto...impresionante...
Uffffff sin palabras, Luis.
ResponderEliminarSupongo que ha sido para tí un verdadero reto decidirte a contar esta experiencia, pero una parte de ti se habrá quedado satisfecha e incluso aliviada por ello, ¿me equivoco?
El ser humano depende de la mente, una mente que no conocemos lo suficiente y que a menudo nos juega malas pasadas. No sabemos de quién depende la mente, aunque para mí está claro: unas veces de nosotros mismos, y otras, directamente de Dios. No me tomes por una friqui del mentalismo, es que la vida a veces es tan misteriosa...
¡Dios mío! Me he quedado de piedra, no sé si podré seguir yendo "de blogs"...
ResponderEliminarEs muy fuerte... ¿subconsciente o realidad...? No salgo de mi asombro.
Hola Luis,
ResponderEliminarNo sé como he llegado a tu blog, pero me ha impresionado mucho. A partir de ahora ten por seguro que tienes un nuevo lector de tu blog.
He estado leyendo varias entradas y creo que me estás ayudando a mí y a mi familia (tengo 3 hijos y otro en camino!).
Un abrazo!