Cuando hay muchos hijos siempre faltan brazos y oídos
para atenderlos, pero la convivencia
cuerpo a cuerpo, día a día, permite intuir la mentira que hay detrás de sus
verdades y la verdad que esconden sus mentiras (de un simple vistazo). Y además facilita cierta perspectiva
para no magnificar acontecimientos aparatosos, como algunos “suicidios”. Y también evita infravalorar los sigilosos que suelen ir envueltos en un "todo es maravilloso", cuando no hay pegas ni problemas pero la
puerta de su habitación se convierte en un muro infranqueable que custodia su
silencio.
En el caso de nuestros suicidas no había
peligro, se trataba de una huida ante la bronca que
se avecinaba.
Una huida a tiempo es una victoria jeje. un abrazo
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ResponderEliminarElla parece simpática,pero él vaya pinta de estirao.
ResponderEliminarLas apariencias engañan...porque los conozco a los dos, y de estirado ¡Nada!
ResponderEliminarComo venimos varios anónimos, me voy a diferenciar: seré anónimo*, soy la que de pequeña también escribió una carta suicida.
ResponderEliminarMe diferencio porque yo sí tengo que ser borde con alguien no lo haría de forma anónima.
Sé qué eso -no es de ser muy lista- pero bueno cada uno es como es. Igual tengo un trauma...después de mi carta suicida, mis padres tampoco me hicieron caso.
Los niños de mi familia también tienen un punto trágico/ cómico, me preocupa más lo que dices del muro infranqueable. Por cierto tus hijos están guapísimos no hagas caso, que si la envidia fuera tiña todos tiňosos. Anónimo * animate y ponte un nick
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