Retomando el "sentido de la sexualidad", pienso que todo está dicho desde que Moisés recibió las tablas de la Ley en el Sinaí. Poco más puede añadirse.
El problema es que hacemos oídos sordos, no queremos oir. Si estamos dispuestos a intentar responder al amor de Dios, si estamos convencidos de que nos ama, rechazaremos utilizar la sexualidad para fines distintos de los queridos por el Creador.
Si estamos dispuestos a salir al encuentro de nuestro amado, nuestra manifestación del amor a través de la sexualidad será de acogida, de entrega, no se utilización porque su bién, su felicidad, su placer estará por encima de nuestra apetencia.
Con esas premisas "ama y haz lo que quieras" sin ellas no serás capaz de amar.
Que esto es compatible con el deseo, con el placer, ¡por supuesto!. El placer se encuentra y se potencia en la realidad compartida -en el salir de uno mismo- no en la pasión nacida de las fantasias solitarias que buscan utilizar al otro.
No escribo estas líneas desde la fe sino desde la experiencia personal. Es precisamente ese deseo de responder con fidelidad a la naturaleza humana el que me ha acercado a Dios, el que me lleva a buscar la fe, a intentar crecer en ella.
Si mi fe fuera como un grano de mostaza movería montañas y, sin embargo, es tan pequeña que apenas consigue que yo me mueva.
Suscribo todo lo que escribes. Gracias por contarlo.
ResponderEliminarLe pediremos a Dios que nos aumente la fe.
¡Saludos!
Tienes razón pero le das muchas vueltas para llegar a que la entrega con amor compartido, el sexo como fin y no como medio, da la felicidad, tanto sexual como en el resto de facetas, no entro no salgo en asuntos de Moisés y compañía.
ResponderEliminarBesos
Lou
Me encanta siempre el punto de vista desde el que contemplas las cosas... Lo cierto es que la propia experiencia nos lleva a comprobar que podemos mover, si no montañas, sí ciertos obstáculos que están a nuestro alrededor...
ResponderEliminarLa foto es preciosa. Un abrazo!
Me paso únicamente para saludar al 5ºB y desearos a todos un feliz verano.
ResponderEliminarUn abrazo,
Edurne.