miércoles, 31 de marzo de 2010

UN PASO AL FRENTE


Nos vamos unos días con parte de nuestros hijos a Sevilla. Os dejamos mientras tanto una "carta al director" que Don Enrique recogía en su blog el sábado, está firmada por Marcello Pera y publicada en "Il Corriere della Sera" el 17 de marzo pasado. Pera es Senador de la República Italiana y profesor de filosofía. No es católico; fue presidente del Senado italiano y ha escrito diversos libros sobre la identidad cristiana de Europa.
Advierte que estamos en guerra y "Esta guerra contra el cristianismo no sería tan peligrosa si los cristianos la advirtiesen."
Es el momento de dar un paso al frente. No se trata de dar mandobles sino de seguir a Cristo.

Estimado director: La cuestión de los sacerdotes pedófilos u homosexuales desencadenada últimamente en Alemania tiene como objetivo al Papa. Pero se cometería un grave error si se pensase que el golpe no irá más allá, dada la enormidad temeraria de la iniciativa. Y se cometería un error aún más grave si se sostuviese que la cuestión finalmente se cerrará pronto como tantas otras similares. No es así. Está en curso una guerra. No precisamente contra la persona del Papa ya que, en este terreno, es imposible. Benedicto XVI ha sido convertido en invulnerable por su imagen, por su serenidad, su claridad, firmeza y doctrina. Basta su sonrisa mansa para desbaratar un ejército de adversarios. No, la guerra es entre el laicismo y el cristianismo. Los laicistas saben bien que, si una mancha de fango llegase a la sotana blanca, se ensuciaría la Iglesia, y si fuera ensuciada la Iglesia lo sería también la religión cristiana. Por esto, los laicistas acompañan su campaña con preguntas del tipo «¿quién más llevará a sus hijos a la Iglesia?», o también «¿quién más mandará a sus chicos a una escuela católica?», o aún también «¿quién hará curar a sus pequeños en un hospital o una clínica católica?».Hace pocos días una laicista ha dejado escapar la intención. Ha escrito: «La entidad de la difusión del abuso sexual de niños de parte de sacerdotes socava la misma legitimidad de la Iglesia católica como garante de la educación de los más pequeños». No importa que esta sentencia carezca de pruebas, porque se esconde cuidadosamente «la entidad de la difusión»: ¿uno por ciento de sacerdotes pedófilos?, ¿diez por ciento?, ¿todos? No importa ni siquiera que la sentencia carezca de lógica: bastaría sustituir «sacerdotes» con «maestros», o con «políticos», o con «periodistas» para «socavar la legitimidad» de la escuela pública, del parlamento o de la prensa. Lo que importa es la insinuación, incluso a costa de lo grosero del argumento: los sacerdotes son pedófilos, por tanto la Iglesia no tiene ninguna autoridad moral, por ende la educación católica es peligrosa, luego el cristianismo es un engaño y un peligro. Esta guerra del laicismo contra el cristianismo es una batalla campal. Se debe llevar la memoria al nazismo y al comunismo para encontrar una similar. Cambian los medios, pero el fin es el mismo: hoy como ayer, lo que es necesario es la destrucción de la religión. Entonces Europa, pagó a esta furia destructora, el precio de la propia libertad. Es increíble que, sobre todo Alemania, mientras se golpea continuamente el pecho por el recuerdo de aquel precio que ella infligió a toda Europa, hoy, que ha vuelto a ser democrática, olvide y no comprenda que la misma democracia se perdería si se aniquilase el cristianismo. La destrucción de la religión comportó, en ese momento, la destrucción de la razón. Hoy no comportará el triunfo de la razón laicista, sino otra barbarie. En el plano ético, es la barbarie de quien asesina a un feto porque su vida dañaría la «salud psíquica» de la madre. De quien dice que un embrión es un «grumo de células» bueno para experimentos. De quien asesina a un anciano porque no tiene más una familia que lo cuide.De quien acelera el final de un hijo porque ya no está consciente y es incurable. De quien piensa que «progenitor A» y «progenitor B» es lo mismo que «padre» y «madre». De quien sostiene que la fe es como el coxis, un órgano que ya no participa en la evolución porque el hombre no tiene más necesidad de la cola y se mantiene erguido por sí mismo.O también, para considerar el lado político de la guerra de los laicistas al cristianismo, la barbarie será la destrucción de Europa. Porque, abatido el cristianismo, queda el multiculturalismo, que sostiene que cada grupo tiene derecho a la propia cultura. El relativismo, que piensa que cada cultura es tan buena como cualquier otra. El pacifismo que niega que existe el mal. Esta guerra al cristianismo no sería tan peligrosa si los cristianos la advirtiesen. En cambio, muchos de ellos participan de esa incomprensión. Son aquellos teólogos frustrados por la supremacía intelectual de Benedicto XVI. Aquellos obispos equívocos que sostienen que entrar en compromisos con la modernidad es el mejor modo de actualizar el mensaje cristiano. Aquellos cardenales en crisis de fe que comienzan a insinuar que el celibato de los sacerdotes no es un dogma y que tal vez sería mejor volver a pensarlo. Aquellos intelectuales católicos apocados que piensan que existe una «cuestión femenina» dentro de la Iglesia y un problema no resuelto entre cristianismo y sexualidad. Aquellas conferencias episcopales que equivocan en el orden del día y, mientras auspician la política de las fronteras abiertas a todos, no tienen el coraje de denunciar las agresiones que los cristianos sufren y las humillaciones que son obligados a padecer por ser todos, indiscriminadamente, llevados al banco de los acusados. O también aquellos embajadores venidos del Este, que exhiben un ministro de exteriores homosexual mientras atacan al Papa sobre cada argumento ético, o aquellos nacidos en el Oeste, que piensan que el Occidente debe ser «laico», es decir, anticristiano. La guerra de los laicistas continuará, entre otros motivos porque un Papa como Benedicto XVI, que sonríe pero no retrocede un milímetro, la alimenta. Pero si se comprende por qué no cambia, entonces se asume la situación y no se espera el próximo golpe. Quien se limita solamente a solidarizarse con él es uno que ha entrado en el huerto de los olivos de noche y a escondidas, o quizás es uno que no ha entendido para qué está allí.

Marcello Pera

17 comentarios:

  1. Dice Pera que la destrucción de la religión lleva a la destrucción de la razón. Y estando, como estoy, de acuerdo con su aseveración, tengo que decir que me parece una actitud intelectualmente insostenible, o al menos poco honesta, viniendo de quien se confiesa agnóstico irredento. Eso si que es una quiebra de la razón.

    Pero es que, además, como buen agnóstico, el Dr. Pera centra el tema en la guerra ideológica (cristianismo vs multiculturalismo) y moral (cristianismo vs. relativismo), cuando para cualquier católico debería estar claro que se trata de una guerra de esencia teleológica: el misterio de iniquidad contra la verdad central y esencial de Cristo y su Evangelio. En eso consiste la presencia de la Iglesia en el mundo, y nunca ha sido de otra manera.

    Al final, la conclusión/insinuación de Pera viene a ser que los cristianos deben tomar conciencia de todas esas realidades y enfrentarse a todos esos enemigos del cristianismo. En su cosmovisión, el cristianismo se convierte en una simple garantía de identidad cultural, nada más que un muro de contención frente a los enemigos de un Occidente que, en realidad, dejó de ser cristiano hace ya mucho. Tanto es así que en su artículo considera, de forma implícita, el atributo “cristiano” en orden a una adscripción más o menos nominal y de carácter netamente cultural, y no una consecuencia de la vida en comunión eclesial (sarmientos y vid).

    El italiano intenta analizar el problema y aportar recetas de carácter estrictamente humano, y por ende ideológico. Y es, precisamente ahí, donde está el peligro más real (y quizá menos debatido) de esta embestida laicista. El gran peligro no es la duda que se siembre en los sarmientos desgajados, ni la pérdida de confianza de quienes tienen con la Iglesia una relación más mediática que vital. El auténtico peligro es que los fieles lleguen a asumir el esquema de pensamiento hegeliano que late bajo las palabras de Pera, de manera que todo se centre en el ámbito de lo humano (cultural, ideológico, etc) y ello sirva para esterilizar el ímpetu evangélico que debiera alimentar el espíritu de los fieles en los momentos de mayor prueba.

    No es sólo que la batalla por Dios no se puede librar sin la intervención de Dios, sino que además el auténtico enemigo del cristianismo no son los laicistas o los relativistas, sino los propios cristianos que asumen acríticamente los dogmas de la modernidad. El mismo Pera llega a afirmar que en la tolerancia con la modernidad es dónde se encuentra la raíz de la incapacidad de los cristianos para captar el problema en su auténtica profundidad. Y, nuevamente, tiene gracia que afirme eso un paladín del liberalismo de su talla, pues el liberalismo encarna la primogenitura filosófica del modernismo en la economía, la política y el pensamiento filosófico y religioso.

    Lo que hace Pera en este artículo es, una vez más, lo que el gran pensador tradicionalista Vazquez de Mella calificó como “poner tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias”. En ese sentido, no es al Papa, sino a la Tradición multisecular de la Iglesia, a lo que los cristianos tenemos que asirnos para no perder de vista los referentes en la batalla. El Papa es un obrero más en la vid, el más grande y todo un signo para los demás, pero un obrero más. Los cristianos aspiramos a alcanzar la Ciudad de Dios, aquí en la tierra también, en la mayor medida de aproximación posible. La ciudad del hombre construida sobre el occidente liberal y culturalmente pseudocristiano es la cáscara reseca de la corteza de un árbol que se secó cuando Dios fue expulsado de la vida de la comunidad humana.

    Y, si eso se hace con el leño verde … ¿qué será del seco?

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  2. Gracias por el enlace Seneka.
    Como te comenté en tu blog, estoy totalmente de acuerdo con tu comentario, pero creo que es importante que nos demos cuenta de que han declarado la guerra al cristianismo. Probablemente en esa guerra, pero en otro frente y con otras armas, está también el autor de la carta. Por eso, precisamente, tiene más contundencia.
    Un abrazo
    María jesús

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  3. Pera no lo sabe, pero está en el mismo frente que los laicistas. Convocar a los cristianos a una guerra santa por la democracia es el colmo del retorcimiento ideológico.

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  4. Que disfrutéis de estos días.

    Besos.

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  5. ¡Anda! Pues igual nos vemos, yo en unos días exiliaré a Córdoba.

    Pasadlo muy bien :)

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  6. Yo estoy hecha un LIO. Hoy arguementaba en otro blog sobre esto, pero es que se lo hemos servido en bandeja.
    en fin...
    Pasadlo de miedo y disfrutad de Sevilla al máximo.
    Un abrazo

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  7. El otro día salió este enlace en los comentarios de un post en mi blog y lo estuvimos debatiendo en profundidad. La gente no quiere darse cuenta pero estamos en guerra ya, y esto culminará en la Gran Apostasía y la "abominación desoladora" que profetiza Daniel en la Escritura, la mayor persecución contra los cristianos que el mundo ha conocido, así que estemos preparados.

    En los sitios más incultos esto ya es un hecho, por ejemplo anoche me comentaba mi mejor amiga, que vive en una playa de Cádiz, que no puede ni decir que va a bautizar a su niño porque todo el mundo se le está echando encima...

    Ánimo. Estamos unidos, como los primeros cristianos.

    Rezad por todos en Sevilla. Muchos besos.

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  8. Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida.
    Él les dijo:
    -Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí... es entre dos lobos.
    Uno de los lobos es la maldad, el temor, la ira, la envidia, el dolor, el rencor, la avaricia, la arrogancia, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, la mentira, el orgullo, la egolatría, la competencia y la superioridad.
    El otro es la bondad, la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la serenidad, la humildad, la dulzura, la generosidad, la benevolencia, la amistad, la empatía, la verdad, la compasión y la fe.
    "Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes y dentro de todos los seres de la Tierra."
    Los niños pensaron por unos instantes y uno de ellos preguntó a su abuelo:
    - “¿Y cuál de los lobos crees que ganará?"
    El viejo cacique respondió simplemente...
    El que alimentes!!

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  9. Que descansen y lleguen más santos

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  10. Os acabo de ver y leer en ALBA, me ha encantado -CONOCEROS- un poquito más. Sois referencia y ejemplo para muchos, seguid así, QUE DIOS OS BENDIGA, SIEMPRE.
    feliz final de semana santa y FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN

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  11. Me legro mucho veros hoy en la Campana y comprovar de verdad que estábais en Sevilla durante la Semana Santa.
    Un abrazo fuerte a la familia Roa

    D. Manuel

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  12. Felicidades, familia.

    ¡Verdaderamente ha resucitado!

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  13. Salgamos corriendo como Pedro y Juan, con el corazón palpitando, y descubrir que sus palabras fueron verdad, que no nos engañó. Recobremos las fuerzas que hayamos perdido por el camino y comuniquemos la luz que hemos recibido. Os tuve presentes en la Vigilia Pascual concretamente en el canto del Pregón. Un abrazo
    Feliz y Santa Pascua

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