CONTRACORRIENTE Y SIN CASCO

He recibido un correo electrónico de una madre de familia numerosa y me he emocionado, quiero compartirlo con todas las mujeres y también con muchos hombres, no porque seamos iguales y lo diga la Ministra sino porque me da la gana.

"Hola María Jesús, espero que se vaya despejando poco a poco tu horizonte, y que los virus empiecen a abandonar vuestra casa de una vez.
Me identifico tanto contigo!, ayer me vine abajo en pleno Corte Inglés.
Siempre me han encantado estas fechas, desde pequeña las he vivido con intensidad y alegría, y desde que tengo hijos con más motivación.
Pero son agotadoras para una madre: en el trabajo todo se acumula, las obras del Colegio con sus disfraces correspondientes y a horas casi imposibles para una trabajadora, las notas, las cenas y celebraciones varias, el chorreo constante de dinero, los niños en casa TODO el día, los mocos, las toses, incluso las vomitonas nocturnas a causa de alguna tripotera (esta misma noche he estado con la fregona en ristre).
Y se me junta con una escapada a esquiar con toda la familia (en mi casa lo hacemos todo así: en grupo, con los 21 nietos a todas partes), así que tengo lavadoras y plancha a tuti plén, y maletas, las odiosas maletas que acabo haciendo a última hora.
Así que ayer, recién cobrada mi Paga Extra me fui con ... al Corte, tenía que solventar los Reyes en 4 horas, no había más tiempo.
Y al finalizar, después de revisar las listas mil veces, luchar a brazo partido con los dependientes y con la calma chicha de mi marido, hacer números intentado cuadrar el presupuesto, me dio un ataque de egoísmo absurdo, y yo?? Hace tiempo que dejamos de escribir carta, el cupo de regalos estaba completo, pero y yo?? Llevo la ropa que tengo hace años, sea de embarazada o no, ya me da lo mismo, las mechas las llevo por las orejas, no leo más que dominicales en el metro y estoy cansada. ¿dónde me quedé? ¿en qué momento dejé de ser la ... que era? La que cantaba a todas horas villancicos, cuidaba al máximo su aspecto para estas fiestas y esperaba con emoción cada acontecimiento de la Navidad? Demasiada autocompasión ¿no?

En ese momento me llamaron de casa, la lavadora se había roto y la cocina estaba inundada, y además mi hermana se venía, con sus cuatro niños, a ensayar la obra de Navidad (otra costumbre familiar) y a cenar.
Se acabó la autocompasión, se acabó la ... egoísta y protestona, llegué a casa, me hice con la agotadadetantatralla lavadora, mandé a la pobre ... (mi mano derecha doméstica) a descansar y organicé cenas, ensayos, bandejas de dulces navideños, mimé y escuché a todos los que lo solicitaron, y recé con los pequeños antes de que se durmieran.
Y llegó mi momento de Paz, sola.
Y me volví a encontrar, era yo otra vez, pero diferente, mejor, más llena de amor y de cariño, menos egoísta. Y orgullosa, con las mechas por las orejas, más gorda y peor vestida, con la ropa tendida por toda la casa, sí, pero completa.
No me hace falta escribir carta a los Reyes Magos, realmente no tengo nada que pedirles.

Y después de leerte me sentí mejor, como siempre, y pensé que te podía contar todo esto. Creo que tú me puedes entender mejor que nadie.
Perdona por el rollo, de verdad.
Deseo que paséis unas Navidades maravillosas y que disfrutes con tu familia todo lo que puedas.
Un beso enorme desde el 5º dcha., en Madrid"