“La educación familiar marca al individuo
para toda la vida, confiriéndole una impronta (estructura mental y maduración
afectiva) que condiciona todo su futuro desarrollo humano y cultural. El
ambiente familiar determina en el individuo los procesos de su constitución
personal y de su adaptación a la sociedad. Todo lo demás que se vaya añadiendo
a la educación es simple aditamento” (Quintana)
En la familia se educa de forma
espontánea a través de las relaciones interpersonales que se desarrollan entre
los distintos miembros de la familia. Se comunica experiencialmente,
instruyendo, socializando y moralizando constantemente.
El amor incondicional que preside las
relaciones familiares constituye el ámbito adecuado para experimentar
emociones, ensayando errores y fracasos.
La confianza que los hijos tienen al saberse queridos les permite actuar
con sinceridad sin miedo al rechazo. En este marco de amor las situaciones
problemáticas son una excelente oportunidad para que el niño aprenda a tolerar
el malestar que provoca la frustración y a hacer frente a situaciones adversas.
La educación familiar es fundamentalmente
informal, pero debe ser intencional.Sonia Rivas advierte que por
desgracia muchos padres ofrecen una educación “a ciegas”, dado que “consideran
que pueden confiar plenamente en sus instintos, sin tener en cuenta que pueden
equivocarse y sin tener en cuenta la complejidad de la acción educativa”.
Etimológicamente educar -”educere”-
significa sacar fuera, extraer, elevar. Se trata, pues, de perfeccionar las
facultades del niño, proponer dificultades y ayudar a su superación.
Para ello los padres deben establecer de
común acuerdo criterios educativos, responsabilidades, horarios, consensuar
castigos y recompensas.
La falta de previsión y de coordinación
dará lugar a pautas mutables que dependan del humor de los padres, de las
tensiones entre ellos o de la presión del entorno. Esta mutabilidad dificulta
es desarrollo del sentimiento de seguridad en los hijos, que necesitan aprender
en los primeros años de vida que conductas son buenas o malas, convenientes o
inconvenientes.
Establecer límites permite al niño
discernir entre lo que está bien y lo que está mal y crear su propia escala de
valores.
Se trata de que los hijos crezcan en
libertad y autonomía interior, de forjar su personalidad. Para ello los límites
tienen que ser compatibles con permitir
que el niño decida por si mismo en un ámbito cada vez mayor mayor y las normas tienen
que ser entendidas, establecidas en beneficio del niño y de la comunidad
familiar y coordinarse con los distintos grupos familiares en que se mueve el
niño.
Dentro de estos grupos familiares cobra
especial importancia el de los abuelos. Miman a los nietos y no imponen límites
pero deben respetar los impuestos por los padres. Su posición de soporte
emocional puede amortiguar la tensión, posibilitando que el “rebote” del
adolescente frente a la autoridad de los padres quede dentro del campo de la
familia., sirviendo de puente de unión entre padres e hijos.
Los estilos educativos se clasifican
según el control y la exigencia y el grado de afecto y comunicación entre
padres e hijos en cuatro grandes grupos: el coercitivo, el social integrativo o
democrático, el permisivo y el contradictorio o negligente.
Tan perjudicial puede ser la
sobreprotección como el abandono. Para educar es necesario dedicar tiempo al
hijo para conocerle y acompañarle para
que adquiera, ayudarle a adqurir hábitos que le permitan poseerse a sí mismo en
lo pequeño para afrontar retos mayores.
La educación es un proceso gradual de
responsabilización de seres libres, que implica que los padres deben asumir el
rol educativo que les corresponde, que es el de padres y no de amigos,
enseñando a los hijos a hacer lo que deben y actuando en consecuencia, dejando
un amplio margen de libertad pero acompañando a los hijos en las decisiones
importantes y respondiendo a sus preguntas.
Advierte Sonia Rivas que la falta de
respuesta a preguntas legítimas de los hijos so pretexto de no adoctrinar o no crear prejuicios en los
menores deja abandonados a los hijos a la aventura o permite que se anticipen
otros agentes educativos (TV o amigos, por ejemplo) con menos remilgos y
escrúpulos.
Aránega y Guitart aconsejan como pautas
educativas:
. Se debería fomentar en los hijos todas
las capacidades que poseen y no sólo las más destacadas;
. Se debería facilitar que los hijos
pongan en práctica sus capacidades, dejando que se equivoquen y ayudándoles a
buscar recursos para encontrar soluciones;
. Se debería establecer límites sobre sus
actuaciones y
manifestaciones a partir de la reflexión;. Se debería estimular a los hijos para que se propongan objetivos que han de conseguir y animarles a que los logren;
. Se debería manifestar a los hijos lo
que nos gusta de ellos, manteniendo un equilibrio entre su reconocimiento y las
alabanzas excesivas.
Por el contrario, se debe evitar:
. No aceptar las características
personales de los hijos;
. Querer que los hijos sean como nosotros
somos o fuimos;
. Decir a los hijos que son incapaces de
hacer alguna cosa;
. Comparar las capacidades, habilidades,
éxitos o incorrecciones de nuestros hijos con las de otros , valorando más las
características de los demás que las de ellos;
. Consentir que los hijos realicen
acciones incorrectas para evitar conflictos con ellos.
MARIA JESUS
Ahí es ná, todo lo que has dicho. Ha veces es difícil educar por que tampoco se tienen claras las normas, ¿lo estaré haciendo bien?? ¿tendría que haber dicho esto o lo otro??¿¿debería de ceder?? Cuando hay un eje claro es menos doloroso tomar decisiones.
ResponderEliminarNo hay padres perfectos. Aparte de que de los errores también se aprende, no hay nada más educativo que pedirle perdón a un hijo, cuando se ha metido la pata hasta dentro.
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