
En estas discusiones
estábamos cuando nos encontramos a un hippy sentado en la tierra, vendiendo
media docena de pendientes de colores en una mantilla de medio metro cuadrado.
Demasiados pendientes para tan pocos caminantes. En cuanto nos vio, salto del
suelo y empezó a hablar atropelladamente. Perjuraba que esa misma noche la
tierra se había abierto y decenas de ríos de lava fluían furiosamente al
océano. Un amigo suyo disponía de un barco y estaba dispuesto a llevarnos si le
dábamos en ese mismo momento $125 cada uno. En efectivo por supuesto. Soltamos
una carcajada sincronizada y nos alejamos despidiéndonos lo más educadamente
que pudimos, que no fue mucho. Apenas 15 segundos después uno de nosotros Eoltó
el primer "Y si...". Los "y si"s y las dudas se
multiplicaban:
- "Es una oportunidad única",
- ".SÍ, de que- te roben $125"
- "Me da igual. Prefiero comer solo
pan lo que queda de semana. Yo voy a ir" - "Si él va yo también"
- "Hombre si nos roban a todos no
me sabe tan mal..."
Nos apresuramos
en volver sobre nuestros pasos y encontramos a nuestro hippy farfullando
mientras recogía. Juntamos lo que habíamos reservado para el resto del viaje y
se lo dimos. "Tenéis que estar a las 9:30h en unos baños amarillos en
MacKenzie State Park, a 40km de distancia. Corred que va más gente y no va a
esperar!"
Forzando el
coche por encima de lo aconsejable por caminos sin asfaltar, llegamos al lugar
acordado 5min antes de nuestra cita. La cosa pintaba mal: solo había una pareja
de entrañables jubilados y, más importante, ni se veía el mar desde donde
estábamos. "Hace falta mar para ir en barco", observo Carlos
sabiamente. La anciana sugirió que quizás venían a buscarnos en una furgoneta
para llevarnos a la lancha, pero media hora más tarde parecía muy improbable.
Justo cuando ya estábamos despidiéndonos de nuestros recientes amigos se oyó un
traqueteo esperanzador. Una furgoneta con medio hombre asomado por la ventana
saludándonos efusivamente se acercó a nosotros. Sorprendentemente, remolcaba un
barco con capacidad para 20 pasajeros a,! que subimos en tierra con una
escalera de mano.
Al margen del
extraño y temerario capitán, el resto de la historia la cuentan mejor las
fotos. Dios bendiga a nuestro pequeño hippie del que tanto nos acordamos
durante esos agobiantes 30minutos. Pablo Roa
Genial! Una experiencia que no podíais perderos. El robo se olvida, pero lo que vivísteis no.
ResponderEliminarAbrazos
Y ahora a Hawai,yo de mayor quiero ser como vosotros.
ResponderEliminar¡Qué emocionante se lee todo!!
ResponderEliminarA mí me gusta la aventura, pero no a ese nivel :) soy medio cobarde.
Pues parece que al final conseguisteis lo que buscabais.... enhorabuena!!! espectacular viaje y muy buena narración, que 120$ mejor gastados. Un abrazo
ResponderEliminar