Una de las experiencias inolvidables de la peregrinación a Fátima fue el encuentro con Buenaventura, fraile guadalupano que se nos unió a modo de ángel de la guarda. Buenaventura nos acompañó durante toda la estancia en Fátima, nos sirvió de guía y apoyo, y gracias a él dispusimos de un sótano donde dormir. Además nos hizo llevaderas las prolongadas ceremonias, entreteniendo a los niños
Mientras Luis y Ana pintaban entre risas un muñeco en el dedo pulgar del paciente fraile, un hombre muy gris le espetó de su comportamiento a pesar del hábito. Nuestro buen ángel se desvivió en perdones y no volvió ni a moverse. Desde ese momento y durante las siguientes horas el entorno se hizo demasiado serio, rígido, compulsivo... triste.
Me imagino que cuando Jesús dijo: ¡dejad que los niños se acerquen a mí! los niños estaban dando la lata, por eso querían apartarles
Deberian haberle pintado a el de rojo, para sacarle el gris.
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Besitos.
La verdad es que la gente no acabamos de entender. La alegría de una persona sencilla, llega a resultar molesta, lo cual significa que no hemos entendido nada.
ResponderEliminarUn beso.
Pues si.
ResponderEliminarTanta seriedad y rigidez por todas partes...
Cansa.
Besos.
..... Con lo bueno que es el hermano Buenaventura, Mis hijos le adoran. Simpático como el solo, nadie como el para entretener a los enanos, pero siempre hay alguien picajoso alrededor de uno!!!. Un HIP, HIP HURRA por el hermano Buenaventura!!!
ResponderEliminar¿Y no se trataría en realidad de un Angel?
ResponderEliminarHe oído que están entre nosotros y aparecen cuando se les llama...
Bella enseñanza
Abrazos
Qué humildad la del fraile... Como dice Luisa, a veces no entendemos nada. Un abrazo!
ResponderEliminarNunca clamo al Cielo para que sanen los enfermos, pero muchas veces le he agradecido que haya enviado a ciertas personas. Otras también regañado!
ResponderEliminarHay personas GENIALES, gracias a DIOS. abrazooooos
ResponderEliminares demasiado habitual confundir seriedad con tristeza.
ResponderEliminarpobre hombre, algún problema tendrá para no ser capaz de ver que la alegria jamás es molesta.
y siempre he imaginado la escena de Jesucristo diciendo aquello de "dejad que los niños se acerquen a mi" como tu la describes, ¡que gracia!
ResponderEliminarMenos mal que yo no estaba alli, sinceramente te lo digo.
ResponderEliminarMe pregunto que haria un gris por alli y mas de ese talante. Que cosas pasan de verdad...
Un abrazo muy fuerte y me encanta esta cronica de viaje!